El silencio del lesbianismo margina y perjudica a las mujeres
Desde, aproximadamente, el año 2000, el mundo lésbico ha
experimentado una rápida repercusión, haciéndose cada vez más presente
en toda clase de contextos sociales. Una muestra de ello es que es en
esta última década cuando han aparecido más productos de cine y
televisión, libros, creación de páginas web e incluso música o moda,
enfocados al colectivo de mujeres lesbianas. Sin embargo, a nivel
general, es todavía muy tímido el avance en “salir del clóset” de las
chicas L.
Las lesbianas se mantienen silenciosas en la mayor parte de ambientes
sociales. Y, de todos es sabido, existe el ya tópico concepto de la
“invisibilidad de las lesbianas” ¿Porqué?, ¿en qué consiste?, ¿cómo
comenzó?, ¿porqué se manifiesta en ambos sentidos? Veámoslo.
El lesbianismo invisible
Es difícil encontrar, en la historia, referentes al lesbianismo de
otras épocas. Eso es así porque, desde tiempos muy remotos e incluso en
gran parte de las épocas de la Modernidad, se ha obviado la
homosexualidad entre mujeres. Las posibles causas de esa obviedad las
analizaremos a continuación, pero está claro que el hecho perjudicó,
marginándolas, pero al mismo tiempo “benefició” a las mujeres lesbianas.
Las perjudicó porque, si la mujer siempre ha sido el último escalafón
social, considerada inferior al hombre y en segundo plano durante
siglos, la mujer lesbiana no era ni tan siquiera considerada como
existente. Pero esa “invisibilidad” les permitió vivir su orientación
sexual pasando desapercibidas, en la intimidad del hogar y sin que nadie
reparara y reprochara su conducta. Así como en los varones la homosexualidad
fue duramente perseguida, las lesbianas de otras épocas se libraron en
gran parte de esa persecución y castigo porque el mundo patriarcal no
podía admitir una serie de realidades en ellas. Y esos son los motivos
de la “ceguera” ante lo lésbico:
· La escasa importancia concedida en esas épocas a lo femenino, al
mundo de la mujer, hace que no se tenga en cuenta apenas nada su
idiosincrasia. Por tanto, la homosexualidad femenina es tomada por
frivolidad y aprendizaje propio de jovencitas o viudas solitarias, sin
trascendencia para el universo masculino.
· Esa misma visión anterior de la mujer, hacía que se negara la
sexualidad en ella. La mujer era solo una vía para la heterosexualidad
masculina y la reproducción, girando todo en torno al androcentrismo.
· Se dudaba de la capacidad de la mujer de sentir y necesitar placer.
Y, en la medida que podía admitirse, era tan solo posible por medio del
placer que le transmitía el hombre y la devoción a él. Se reconoce en
esto, no solo la superioridad dada al varón, sino la importancia
conferida al pene y la penetración masculina, sin cuya participación no
se comprendía el placer sexual.
Por todas esas razones, por ejemplo, no se tomaba en serio otra
sexualidad entre las mujeres que la estipulada heterosexualidad. Lo
lésbico no se consideraba más que mero juego o desliz entre amigas muy
unidas afectivamente.
Repercusiones de la “invisibilidad”
La mujer adaptó
y se amoldó a esas condiciones en su vida cotidiana. Como hemos dicho,
esa consideración social, a priori discriminatoria y prejuiciosa, le
confería sin embargo cierta libertad de movimientos a nivel privado. Por
eso, aplicó el silencio exterior a su propio silencio, y el lesbianismo
estuvo oculto durante siglos.
Pero, con la revolución del movimiento homosexual en pro de sus
derechos, desde hace tan solo unas décadas, y la mayor aceptación
general de la homosexualidad, las mujeres lesbianas se dan cuenta de los
muchos aspectos de su realidad que son ignorados socialmente por esa
“invisibilidad” que se le asocia. Aspectos judiciales, relacionales,
económicos o médicos, entre otros, que no solo las distancia del resto
de mujeres, sino que también las hace con distintas necesidades que los
varones homosexuales, con quienes en principio intentaron colaborar en
reivindicaciones y proyectos.
Y aquí nos topamos con el miedo y la costumbre de siglos a enfrentar
la propia condición sexual de muchas mujeres. A las lesbianas, cómodas
en cierto sentido con ese silencio en torno a su identificación de
género o sexo, les cuesta ese “salir del clóset” para reivindicar la
totalidad de sus derechos y asumir su realidad al completo.
La situación de las lesbianas es marginal, incluso dentro del
colectivo LGBT, a causa de esa invisibilidad generalizada durante tanto
tiempo. En el aspecto médico,
porque apenas se ha podido estudiar su sexualidad, los riesgos que
conlleva, las enfermedades de transmisión más comunes, ni tampoco su
psicología y los problemas emocionales que derivan de su modo de sentir.
Existen una serie de tópicos a desmitificar, un gran vacio informativo
que sirva de valoración del mundo lésbico y su contexto. Lo mismo ocurre
respecto a su reconocimiento jurídico, a la hora de adoptar, en
transmisión de herencias y en otros trámites donde ese vacio legal deja a
las mujeres lesbianas desprotegidas, así como a quienes forman su
familia.
Y la lista de derechos en los que las lesbianas quedan en desventaja
se alarga en los ámbitos políticos, culturales, económicos, etc.
La clave: la autoestima y rechazar la marginación
De ahí la urgencia de hacerse oír, de desmarcar las necesidades de
este colectivo de las del resto de personas de otros colectivos humanos,
con quienes pueden tener muchas afinidades pero con quienes también
existen sustanciales diferencias, silenciadas junto a la especificación
lésbica.
Es por todo ello que la mujer lesbiana tiene que despertar de ese
oscurantismo protector, salir del closet en todos los sentidos y hacerse
oír en la sociedad. La integración de ciudadanas de pleno derecho, con
sus diferencias y sus propias prioridades asumidas individual y
socialmente, solo se conseguirá cuando, en su gran mayoría, el colectivo
haga un esfuerzo por pronunciarse, desmarcándose de otras asociaciones
con distintos intereses pero integrando los suyos propios en el conjunto
social.
Avanzar hacia la propia autoestima, la propia aceptación en todos los sentidos
y sin ampararse por ello en subjetividades o victimismos desbocados. La
lesbiana es una mujer que es capaz de amar a otras mujeres, y eso le
acarrea una serie de prioridades distintas a los de otras mujeres. La
principal, olvidar sus propios miedos y tabús al respecto, dejar de ser
invisibles para la sociedad, ser reconocidas como parte de esa cacareada
diversidad, dejarse ver, reconocer e incluso estudiar, para poder ser
bien asumidas.
Artículo escrito por:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hacete seguidora y dejá tu comentario sobre esta nota o lo que quieras!