lunes, 1 de febrero de 2010

Cuando el romanticismo nos abandona...

Platón sostuvo que la más perfecta felicidad es el delirio de los amantes.
Desde una perspectiva junguiana, el amor es una emoción que, al igual que el resto de nuestras emociones, no las podemos controlar, sino que ellas tienen dominio sobre nosotros.
Sócrates plantea que el amor es deseo regido por dos principios, un deseo innato de placer y una tendencia natural a lo óptimo, regida esta última por la capacidad de juicio,
casi inexistente.
En síntesis, redondeando a los Maestros: cuando el amor no da infinita felicidad, da relaciones lésbicas duraderas.

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